Los niños inmortales
Gonzalo y Luis encontraron el esqueleto de un ratón (o al menos eso creían) mientras exploraban el terreno abandonado muy cerca a su casa. También encontraron una flauta que lucía sucia, pero no tenía ningún desperfecto por lo que se lo llevaron a casa. En cuanto al esqueleto del ratón, ellos optaron por enterrarlo y colocaron un palito como una señal de que allí descansaba una criatura pequeña. Sin embargo, lo que Luis y Gonzalo no tenían idea era que aquel acto los había salvado de morir debido a una explosión de gas en una casa cercana a la de los niños. Cuando llegaron a casa, su madre, visiblemente afectada pero no gravemente los vio e inmediatamente los abrazó fuertemente. - Por primera vez, me alegra que les guste ir a ese terreno abandonado – su madre dio un suspiro de alivio. Luis y Gonzalo se miraron entre sí, por primera vez, su habitual escape los había salvado. - Gonzalo y yo tenemos una flauta – comentó Luis inocentemente, mostrando el sucio