La anécdota de un inmortal
El anciano había vivido tanto que ya no estaba seguro cuando era su cumpleaños, sin embargo, le gustaba celebrar Año Nuevo en alguna ciudad grande para observar la forma en que los mortales celebraban un año más que para él era como si hubiese pasado apenas una hora en su vida.
En cierta
visita, en alguna ciudad, en algún determinado año; el anciano vio una extraña
escena. Unos niños jugaban con una pelota en una calle aparentemente solitaria
(los autos pasaban con muy poca frecuencia), pero esa tranquilidad se vio
interrumpida por el aullido de un perro.
El anciano
vio como los niños buscaban al perro, sin embargo, no encontraban nada. La
determinación de estos pequeños conmovió al anciano, por lo que también intentó
buscar al can.
Una hora más tarde, el anciano encontró al perro y dio aviso al grupo de niños.
- Lo encontré – dijo el anciano, llamando la atención del niño líder.
- Gracias, señor – el niño líder agradeció mientras sostenía al animal.
El anciano
siguió su camino hacia el centro para disfrutar las celebraciones de los
mortales en Año Nuevo.
En la
mañana del primero de enero, el anciano volvió a pasar por aquella calle llena
de niños.
Al entrar a
la calle, fue testigo de una escena digna de película de horror. Tres casas de
aquel lugar estaban destruidas por un voraz incendio que arrasó con todo, lo
peor de todo, fue ver bolsas pequeñas que cubrían los cuerpos de aquellos niños
que conoció por casualidad.
A pesar de
haber visto cientos de escenarios similares, el anciano sintió tristeza por la
pérdidas de mortales que apenas empezaban a vivir.
Cuando
empezó a caminar, escuchó un quejido entre tablones de madera. El inmortal
volteó y usó toda su fuerza para buscar el origen del sonido.
Unos
bomberos notaron la presencia del anciano y se acercaron para alejarlo y seguir
con lo que el anciano había empezado.
Cuando
sacaron el último tablón de madera, un perro muy pequeño ladraba con las pocas
fuerzas que le quedaban y junto al animal, un niño que apenas respiraba.
Rápidamente
los bomberos procedieron a estabilizar al niño y al pobre perro que se
convirtieron en los únicos sobrevivientes.
Después de
varios años, el anciano decidió volver a quedarse en Año Nuevo en aquella
ciudad. Recordó aquel niño y perro que sobrevivieron al voraz incendio.
Su
curiosidad lo llevó a la misma calle para intentar encontrar alguna pista del
niño y su perro. Aunque, sabía que era muy difícil encontrar alguna información
después de diez años.
Sus esperanzas eran nulas, sin embargo, quería intentarlo.
- Vito, vamos – llamó un adolescente a un perro anciano que dormía plácidamente en la entrada de una casa.
El anciano
miró al adolescente y al perro, y supo al instante que eran ellos.
Inmediatamente, empezó a caminar luego de haber satisfecho su curiosidad.
- Señor – escuchó el inmortal y se volteó rápidamente.
- ¿Necesitas algo jovencito? – preguntó educado el anciano.
- Usted me recuerda a alguien que conocí cuando era niño – respondió con franqueza el jovencito.
El anciano
se sorprendió, pero inmediatamente negó lo dicho por el jovencito.
Después de
varios minutos, el inmortal pudo librarse del interrogatorio del adolescente.
El Año
Nuevo fue raro, pero hizo reflexionar al anciano sobre la frágil existencia
mortal y su capacidad para avanzar a pesar de las adversidades.
¡Muchas gracias por leer!
Ha pasado un tiempo desde la última historia que publiqué en el blog (pueden leerla aquí)
Con respecto a esta historia:
Estoy un poco oxidada, así que este tipo de ejercicios son muy útiles para mí.
El cuento es de mi completa autoría (el plagio es malo).
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